En Colombia tenemos una deuda histórica con Esmeralda Arboleda Cadavid: un nombre poco conocido, pero inigualable. En la biblioteca Luis Ángel Arango en Bogotá se registran más de 4.000 archivos sobre esta mujer colombiana. Sin embargo, aún nos siguen faltando homenajes, quizás una cátedra, un pabellón o hasta un monumento.
Por eso este 8 de marzo, rendimos tributo al legado de Esmeralda, ‘la mujer de las primeras veces’. Feminista y activista por los derechos de los trabajadores y trabajadoras de clase baja y media en los años cincuenta.
Nació en Palmira, Valle del Cauca, el 7 de enero de 1921 y falleció a sus 76 años en Bogotá. Fue una de las siete hijas del matrimonio entre el payanés Fernando Arboleda López y la antioqueña Rosa Cadavid Medina. Y he aquí donde inicia el legado osado de Esmeralda, transmitido por su madre -también conocida como ‘Rosita’- quien fue excomulgada por la Iglesia por su insistencia para que colegios estatales masculinos aceptaran a sus hijas, todo esto antes que a las mujeres se les diera el derecho de estudiar y adelantar carreras universitarias.
No existe manera de probar que lo anterior haya influenciado a Arboleda Cadavid de forma directa, pero de lo que sí tenemos certeza, es que la sangre es cosa seria.
¿Por qué es Esmeralda ‘la mujer de las primeras veces’? Fue la primera mujer aceptada y graduada como abogada de la Universidad del Cauca, lideró el movimiento que logró que las mujeres pudieran votar en Colombia por primera vez, en 1957; fue la primera senadora del país y una de las primeras ministras y embajadoras.
Es decir, todo lo que conmemoramos el 8 de marzo, todo lo que nos moviliza alrededor de la lucha de los derechos sociales, laborales y civiles de la mujer, está engendrado en ella.
Una mujer de vanguardia en tiempos opresores que valida e inspira la lucha feminista de hoy. Un faro que alumbra y que guía cada marcha, cada causa por la mujer. Por ella, por las que están y por las que vienen, debemos seguir en pie para lograr un mundo más justo donde las mujeres sean el equilibrio de la sociedad.
Cortesía: El Derecho a No Obedecer